Aunque todos disfrutamos de él y lo encontramos a todas horas en películas, series de televisión e incluso anuncios, de forma más o menos velada, el sexo sigue siendo a día de hoy un tabú en nuestra sociedad, algo de lo que no se debe hablar en público, y que debería quedarse sencillamente en la esfera privada. La imagen que todavía nos llega del sexo es la de algo íntimo, pero también sucio, demasiado personal como para airearlo. Sin embargo, los tiempos cambian a gran velocidad, y hoy por hoy el entendimiento del sexo como puro placer, sin necesidad de involucrar los sentimientos ni el compromiso, se está haciendo haciendo cada vez más popular. Gracias a apps de citas donde es muy fácil encontrar a una persona interesada en pasar una noche de pasión y nada más, el ser humano está cambiando su perspectiva sobre el amor y el sexo, y dando la razón a aquellos que, hace casi un siglo, ya opinaban que es una necesidad básica para nosotros.
Seguramente conozcas la popular pirámide de Maslow, un gráfico en forma de triángulo equilátero en el que este sociólogo colocó las que para él, eran las necesidades básicas del ser humano, ubicando las más importantes en la parte inferior, como base propiamente dicha, y culminando con las superiores, en las que encontrábamos, por ejemplo, la autorrealización y la aceptación social. Pero lo que nos interese a nosotros está precisamente en la base de la pirámide de Maslow, allí donde se ubican nuestras necesidades verdaderamente primarias, como las fisiológicas: dormir, comer, beber… y el sexo. Durante todo este tiempo ha habido mucha polémica en torno a colocar el sexo como una necesidad básica real, ya que puede llevarnos a sentir una tremenda frustración si no conseguimos saciarla como lo hacemos con otras necesidades fisiológicas menos exigentes. Pero el caso es que a día de hoy se sigue considerando esencial, y te vamos a explicar por qué.