Salud

Fases del parto, conoce cada una de ellas

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Dar a luz es, sin lugar a dudas, una de las experiencias más importantes en la vida de una mujer. Desde el momento en el que conocemos nuestro estado soñamos con que llegue el día en que por fin podamos ver la carita de nuestro bebé, y nos vamos preparando para ello. De hecho, es habitual asistir a cursos de preparación para el parto, tanto con otras mujeres como con nuestra pareja, para ayudarnos a estar lo mejor preparadas posibles, tanto mental como físicamente, para ese momento. Y es que el nacimiento de un hijo es un acontecimiento inolvidable, pero también es un momento duro y doloroso. Si bien las técnicas de alumbramiento han avanzado  mucho en las últimas décadas, el dolor que una mujer sigue sintiendo a la hora de dar a luz es atroz, porque estamos forzando a nuestro cuerpo a una situación que no es la habitual. Todo sea por traer nueva vida al mundo y darnos el mayor regalo que podríamos tener como madres.

El parto es un proceso que puede durar horas, e incluso días en algunos casos. No nos referimos solo al momento de dar a luz, en el que el bebé ya sale de nuestro cuerpo, sino a todo lo que hay antes, y también a lo que viene después, igualmente importante y que en muchos casos se pasa casi por alto. Es un proceso duro y maravilloso que sin duda nos marca, y conocerlo antes de pasarlo nos ayudará a sobrellevarlo mucho mejor, tanto por nuestra propia salud como por la de nuestro bebé. Por eso nosotros hemos querido ofrecer este artículo donde se recogen las diferentes partes del parto, así como las claves de todo lo que ocurre después, en el momento en el que ya has dado a luz pero todavía sigues teniendo esa sensación extraña en tu cuerpo. Saber todo lo que tiene que tiene que ver con esto nos ayudará a mejorar sin lugar a dudas nuestra percepción sobre un proceso que nos parece tan mágico como aterrador.

Fase de dilatación

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La primera parte del proceso del parto llega con la dilatación, que se hace notar, como seguro que ya sabrás, a través de las contracciones. Al principio, estas contracciones pueden ser pequeñas y muy espaciadas en el tiempo, algo que no debería preocuparnos. Debemos, eso sí, hacer un seguimiento de la intensidad y la regularidad de esos movimientos, ya que cuando las contracciones lleguen a una cada diez minutos será el momento de acudir al hospital. La dilatación que se está llevando a cabo en nuestro útero nos provocará esos dolores punzantes, pero también nos advertirá de que el niño está en camino. Es la fase más larga y como decíamos antes, puedo durar horas e incluso días desde que comienzan las primeras contracciones hasta que se llega a la siguiente fase.

Expulsión

A través de la fase de dilatación, el cuello uterino se va expandiendo para permitir el paso al bebé hacía la vagina, que es por donde debe salir al exterior. El “viaje” del crío desde nuestro útero hasta salir por completo de nuestro cuerpo se enmarca dentro de la segunda fase del parto, la expulsión. Usualmente, el tamaño que se alcanza está en torno a los 10 centímetros, aunque la situación varía según la mujer y el tipo de parto. Cuando hay problemas en esta fase se recurre a la cesárea, para evitar que el niño pueda sufrir daños conforme va saliendo del cuerpo, por no venir de cabeza o por tener problemas con el cordón umbilical.

El niño va camino del exterior pero necesitará la ayuda de la madre a la hora de salir. En este mundo, la embarazada debe estar ya en quirófano, junto a la matrona y al especialista, para poder seguir sus consejos y ayudar al niño a ver la luz. Los apretones de la madre son imprescindibles para que esta segunda fase acabe bien y el niño por fin pueda salir con la ayuda de los profesionales sanitarios. La segunda fase acaba con la salida de la cabeza del bebé, su parte más grande. Será una salida lenta y controlada por los profesionales, para evitar problemas, y el paso definitivo para que el niño nazca. Es un momento delicado también por todo lo que hay en juego, así que los médicos suelen prestar mucha atención especialmente en el final de esta segundo fase, hasta que el niño está fuera.

Fase de alumbramiento

El bebé ya ha salido de nuestro vientre e incluso lo estamos escuchando llorar, todavía cubierto de sangre, mientras nos intentamos recuperar del shock físico y emocional que supone parir. Pero el parte, técnicamente, todavía no hay terminado. La fase de alumbramiento corresponde a ese último paso antes de que todo termine, y se da con la expulsión de la placenta desde el útero, allí donde el niño ha vivido durante las cuarenta semanas de embarazo. Se trata de una fase algo menos importante, porque suele ser mucho más liviana, pero en ocasiones el médico debe intervenir para sacar la placenta si esta se “resiste” a salir, ya que de lo contrario podría provocar hemorragias internas posteriores al parto, algo del todo indeseable, por supuesto.

Después del parto

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Cuando termina la fase del alumbramiento se determina que el parto ha concluido, y con suerte todo habrá salido bien. Tanto el hijo como la madre estarán sanos, algo alterados, pero con fuerzas para conocerse. Justo después de dar al luz, en el post-parto inmediato, se suele dejar al niño con la madre durante al menos unos minutos, para que establezca los primeros vínculos con ella. Son momentos preciosos y  muy emotivos entre madre e hijo, que pueden abrazarse por primera vez, y además suponen una gran ayuda psicológica para esa madre que ha pasado por tanto esperando justo ese momento tan especial.

Tras pasar un par de horas, el bebé suele ser llevado a otra habitación para que se le limpie, se le arregle y se le hagan diferentes pruebas. Se recomienda llevarlo entre medias de nueva con la madre, para que ambos mantengan esos primeros vínculos, o no separarlo demasiado de ella para llevar a cabo estas pruebas en la propia habitación. La madre debe recibir también no solo ayuda  médica, para comprobar que todo está bien después del parto, sino ayuda psicológica, ya que desde ese momento su vida ha cambiado para siempre y hay ocasiones en las que la estabilidad emocional juega malas pasadas justo después de dar a la luz. Por eso es importante hacer un seguimiento tanto del bebé como de la madre.